lunes, agosto 13, 2007

El principio del fin


Hace un tiempo hablé de los psicoactivos bajo los efectos de mi droga favorita, pero parece que ya los medios están buscando censurarla, como aquí en Colombia se vetaron todos los usos tradicionales de la coca de un día para otro.

Leer aquí en BBC la historia de una niña que sufrió sobredosis de café.

No demoran los mojigatos en empezar a lanzar diatribas contra el rojo grano que da una imagen cliché a mi país, se consideraba afrodisíaco en el s. XVIII, me estimula y da ganas de hacer pipí.

domingo, agosto 12, 2007

No somos aburridos



Frente a un rumor que circula entre los ajenos al gremio, de que los electroacústicos, artistas sonoros y otra serie de geeks maravillosos somos aburridos, muestro este vídeo como prueba de lo contrario. Miren al final los créditos para ver que tan 'all stars' es esta prueba.

lunes, agosto 06, 2007

6 de agosto de 1945

Hoy -6 de agosto- se celebra una efeméride de que la humanidad debería sentirse poco orgullosa.

Hoy hace 62 años ocurrió el primer ataque nuclear de la historia en Hiroshima, Japón, seguido por -obviamente- el segundo, pero más devastador sobre la ciudad portuaria de Nagasaki.

Los dos fueron pruebas de varias cosas:

  1. De que era posible hacer ese tipo de fisión controlada con uranio-237 (Hiroshima) y con plutonio artificial (Nagasaki). Participaron grandes mentes científicas del momento (Fermi, Feynman... mejor no sigo.) y el proyecto Manhattan se convirtió en un nodo de inteligencia y alta tecnología combinadas.
  2. De que la estupidez humana -en su faceta de brutalidad más cruda- es infinita. ¿A quién en su sano juicio (¿eso existe?) se le ocurre que es buena un arma tan poderosa que evapora a las personas, que es capaz de borrar toda evidencia física de una persona, dejando máximo su sombra impresa en una superficie? Robert Oppenheimer, director del proyecto que desarrolló la bomba- cuando vio lo que había hecho, dijo citando al Bhagavad Gita "Me he convertido en muerte, en destructor de mundos".
  3. De que el bravucón que pega duro es el que prevalece. Harry Truman y su pueblo estaban felices de haber triunfado ante those damn japs y se posicionaban como el duro con el garrote del átomo frente a those godless commies.

Estoy completamente de acuerdo con las dos primeras. Son objetivamente medibles. Las bombas explotaron y la humanidad es infinitamente estúpida.

La tercera es discutible. El bravucón no gana, acaba el juego. La bestialidad tiene fin y aunque trate de prevalecer, se resquebraja, sola, pero ahí entra en juego el segundo (irrefutable) punto, de que la estupidez humana es infinita, así que ese bravucón que cae va a ser después reemplazado por otro. La estupidez es constante, lo que sí oscila es la presión que ejercen sobre su medio los 'Hijos de puta', como llama a los bravucones, soberbios, fachos, etc. un cura muy chévere que aparece en un libro de Santiago Gamboa. El caso es que el ciclo sólo va a parar cuando salgamos por nuestra propia cuenta del mar de estupidez.

Como el punto uno nos recuerda, con las 'grandes mentes' en ese proyecto, la inteligencia no es garantía de no-estupidez. Para hacer más claro el significado del término, lo tomo por el lado no de la falta de inteligencia, sino por el lado del estupor, del estar alelado, lejos de la realidad y por extensión inconsciente de de si mismo, del otro y del entorno.

Este tipo de cosas han de recordarse, pero no para generar odio o dolor retroactivo, en la manera de un enemigo imaginario o histórico o en revivir el malestar y el dolor porque sí, sino en aprender y no repetir esos comportamientos. Es muy probable que uno no bote una bomba atómica, pero sí que sin darse cuenta termine apoyando a la fuerza sobre la razón.

De eso se trata.

domingo, agosto 05, 2007

Microstesia

Hace unos días cometí una burrada maravillosa, borré el disco de uno de mis computadores cuando iba a cambiar la distribución de GNU-Linux que usaba. La gaffe, sus consecuencias informáticas y soluciones encontradas están documentadas aquí, como un artículo para LowEndMac (en inglés), pero eso no es lo importante. El incidente me puso a pensar.

En el artículo digo -aunque no fuera el punto central- algo acerca de dejar las cosas fluir, que fue la herramienta clave para poder aceptar tranquilamente ese suceso. Eso, en combinación con mi nueva obsesión por la eficiencia y el ahorro energéticos, exacerbó mi aversión al ruido.

Estoy obsesionado con el asunto. Me suenan los bombillos, el transformador, el disco duro del portátil, el reloj, el hum del amplificador, la cafetera es escandalosísima, las poco lejanas carrera séptima y trece son un flujo sonoro abrumador -incluso el domingo-, el evito usar el PC que usa Linux por su ruidosos fuente de poder y ventiladores... es un poco aterrador a veces, uno puede llegar a neurotizarse con el asunto.

Pero, como dije en el el artículo de LEM, uno tiene dos opciones: aprender o sufrir. Escogí la primera igual que como hice con la borrada/burrada del disco.

Llevo algunos días sin poner música. No la necesito y cuando la pongo, sobra, se le acaba la gracia rápidamente. Lo único que duró 10 minutos fue 'The ready made boomerang' Pauline Oliveros y su Deep listening band, pero lo quité. También ella, aunque la ame, sobró.

En algunos momentos me he podido dar el lujo de ir apagando y desconectando una a una las cosas en mi estudio y llegar a momentos de 'microstesia' -no de silencio, aclaro-, en los que se baja el umbral de estímulos, se reduce el ruido que uno produce -directa o indirectamente- y todo el campo aural 'brilla' y se llena de pequeños eventos muy pequeños. El entorno sonoro se matiza, se enriquece. Aparece.

Me parece un primer paso delicioso para una buena escucha. Se parece un poco al silencio ritual del que habla Murray Schafer en 'The Soundscape'*.

¿Qué sigue después de la microstesia para oír mejor?

Aprecio comentarios.

* La referencia se encuentra en el capítulo 19 de este libro:
SCHAFER, R. Murray. The soundscape : the tuning of our world. Rochester : Destiny books, 1994. 305 p.