jueves, septiembre 02, 2010

Después de leer a Freire

Ayer terminé de leer Pedagogía del Oprimido, de Paulo Freire y veo que después de casi 40 años, si bien puede haber muchas más maneras de ver con respecto a cómo y sobre quién se ejerce la opresión que las que presenta el texto, creo que sigue vigente. Además tras la lectura he podido concluir un par de tres cosas:
  1. El ser reaccionaria o revolucionaria de la educación es una variable booleana. Si la educación no está orientada a descosificar a la realidad, a humanizar las relaciones entre las personas y a problematizar el entorno, es sólo una manera más de mantener el statu quo, así sea bonita, tecnológicamente avanzada, o simplemente seductora.
  2. La educación es el medio de apoyo consciente a la evolución y a su empancipación con el que contamos. Todos los otros medios de búsqueda de la emancipación, como la absurda lucha armada, la acción política de liderazgo, o la caridad son fútiles, por ser unidireccionales y no dialógicos
  3. La evolución de nuestra especie está impulsada por sus tecnologías, desde las puntas de lanza de piedra hasta los blogs, pasando por el verso, la escritura, la silla y la sopa de raamen, y a través de estas evoluciona, construyendo su(s) cultura(s), o superestructura, y modificando sus medios de producción, supervivencia y relación con el medio ambiente, o base, (Que pena Karl, opino lo contrario a lo que tú opinas), por esto creo que tenemos que tomárnoslas en serio, apropiarlas, conocerlas y hackearlas y ponerlas en función de la educación-revolución.
Desde chiquito he querido hacer algo con el entorno que me rodea, al principio no por altruismo, sino en búsqueda de algún tipo de reconocimiento, y la primera oportunidad donde creí que podría sería con la música, ayudando al público ignorante a iluminarse estéticamente con silencios, intervalos de segunda menor y exóticos sonidos electrónicos o extrañas maneras de escribir música o tocar inocentes instrumentos de cuerda. Creía que el arte elevado era útil y necesario.

Después de no lograr reconocimientos de ningún tipo, salvo un par de halagos y regaños después de conciertos, desistí de lo del reconocimiento, y me puse a pensar qué sería lo mejor para hacer la vida mía y de mis semejantes un poco menos miserable. En un momento me topé con la idea de que la gente debía ser consciente de su entorno sonoro y de las personas a su alrededor, para ver si eso sirve como medio para ser un poco más bestias, es decir, menos bárbaros con nuestros congéneres, y que yo podría proponer espacios (nótese el cambio de
iluminar a proponer) para la escucha y la reflexión. A esto se le sumó el trabajo como pretendido educador, o al menos como profesor, en el que entendí que la educación era la manera de hacer el cambio social, con la gente que tengo al lado, conociéndolos, dialogándo con ellos, siendo parte de ellos, conociéndome, conociéndonos, hackeándonos.

En este momento no sé que hacer, y el panorama actual no se ve muy claro, pero ya tengo algunos imperativos, no
metas ni objetivos, para orientar mi proyecto de vida.

Escuchémonos, conozcámonos, unámonos, hackeemonos.