sábado, marzo 19, 2011

Respuesta a Óscar Acevedo

Como respuesta a un artículo de un apreciado conocido jazzista sabanero, encontrado en eltrompo.com, que ya no sólo me dice lo que debo hacer, saber o leer, sino que ahora me dice qué es lo que debo oír, publico esta respuesta abierta con copia al maistro (al menos en los comentarios del periódico).

Apreciado Óscar,

En tono de guayabo de sábado por la mañana le declaro mi aprecio, como dije arriba, pero me parece que su esencialismo y su elitismo con respecto a la música podrían leerse como acríticos y bastante miopes, y que usan argumentos que se valen de la autoridad invisible, divina casi, de lo inefable y lo sublime -como si fueran valores absolutos, ciertos y naturales- para dar juicios de valor a unas músicas sobre otras, en lugar de reconocer la función de las músicas para las personas, y los subtextos detrás de estas. Me siento como leyendo a un fan de Santa Fé hablando mal de Millonarios, o viceversa (y en sentido contrario, diría la realeza criolla).

Alguna vez, conversando con Juan Reyes (el computer compositor) él hablaba con palabras similares de lo sublime del arte, y yo sólo podía oír el eco tropicalizado de un triste eco de un Theodor Adorno defendiendo una cultura europea clásica, la de las élites, la que se asoció con y fue legitimada por el poder. Yo sé que Ud. es una persona inteligente y educada, por eso no entiendo por qué la suscripción a ideales (o al menos argumentos) que parecen los de un colonialista que dice que los criollos son mejores que los indios por ser hijos los primeros de la madre patria, al implicar que sus preferencias musicales -aparentemente bien intersectadas con las mías, Thelonius papacito- representan 'lo bueno'.

Como me gusta dejar preguntas colgadas por ahí para seguir la conversación, viene la tanda:
  • ¿La legibilidad del alma en la música deviene en calidad?
  • ¿Será que uno -igual que con los signos- puede tener lecturas aberrantes del alma?
  • ¿En serio existe un alma que se pueda leer o será una sumisión ante alguna forma de poder (como dirían Foucault o incluso Attali) que otorga valor a la preferencia?
  • ¿Acaso no es la música clásica (o el Jazz en Bogotá) una forma de ostentación de capital cultural, igual que lo sería -como dirían los de Calle 13- "un vídeo en un yate con mujeres en pelota acariciándome los huevos" en un círculo diferente?
  • ¿La educación musical debería tener carácter transformador y liberador o debería servir para poder decir más fácilmente que es bueno o malo y qué lectura de la música es apropiada o no?
  • ¿A qué valores defiende ud. cuando habla de lo bueno y malo en la música?
Espero topármelo pronto por ahí en la U, y si tengo plata invitarlo a un tinto y hablar.

saludo

dp