jueves, julio 26, 2007

La nueva explosión cámbrica

Los frecuentes paseos hipertextuales y la pasividad física a la que me lleva mi casi ritual luxación de tobillo, me lleva a querer atormentar a mis desocupados y queridos lectores con la exposición de algunos de mis puntos de vista y especulaciones al respecto de lo que ocurre ahora mismo con los sistemas operativos no-comerciales, en particular, GNU-Linux.

Lo libre y 'ponerse el parche': cuestiones compatibles

------> ADVERTENCIA <------
ESTOS PUNTOS DE VISTA SON MÓVILES Y LOS IRÉ DELINEANDO Y REVISANDO A MEDIDA QUE VAYA ENCONTRANDO LA NECESIDAD.

Como dice la advertencia, esto que viene desvirtúa mucho de lo que he creído y dicho -por ejemplo en esta publicación anterior- con respecto a la ética del software y el conocimiento libres. Este cambio en mi punto de vista obedece de que he pensado y re-pensado bastante en el asunto y al hecho de que reconozco que soy mutable y que a medida que uno piensa y re-piensa las cosas, la relación con ellas cambia. NO ES REVISIONISMO, sólo admito que cambio.

Las utopías comunitarias, sostenibles, llenas de ciencia y tecnología con propósitos más allá que los puramente cortoplacistas, anti-individualistas y sin propiedad privada de R. Buckminster Fuller que se desarrollaron en los Estados Unidos antes y durante la guerra fría (curiosamente, sin ser satanizadas por anti-americanas) permitían un escape del capitalismo centrado en la utilidad (profit, no funcionalidad) sobre todas las cosas. El movimiento del software libre creo que es una implementación real y efectiva de un sistema de esta índole, en el que el bienestar colectivo orienta el desarrollo personal, en el sentido en el que un desarrollador -hacker es más apropiado en este contexto- aprende, se reta a si mismo a través de su trabajo en proyectos que van a servir a la comunidad.

El uso de software comercial sin autorización -eso sí, sin pagar por él- implica en cierto modo un escape de ese sistema basado exclusivamente en el provecho económico, porque no se está aceptando el sistema, como yo decía antes por medio de evitar el delito del robo, sino por no pensar que estoy robando. Me escapo del sistema comercial, no cometo un delito, no exploto a nadie.

Igual, yo ando por ahí diciéndole a la gente que use cosas libres, son más baratas y normalmente son más chéveres. De pronto algunas tienen menos colorcitos, pero pueden tener tripas superiores.

Esto para mi no es un discurso sino un modo de vida. Aún así sigo usando en una pequeña proporción software comercial: El Mac OS X que viene con unos de mis compus, un Windows que habita una porción que casi no se usa de mi PC (es comprado legalmente, mi punto de vista pierde fuerza acá, pero no soy dogmático), el software gratis (no libre) que acompañaba a ciertos aparatos que tengo y de lo 'realmente ilegal', una copia de Adobe InDesign. Ya me acostumbré a las aplicaciones libres, he encontrado bastantes beneficios en ellas y la búsqueda constante me ha permitido encontrar muy buenas piezas.

Bueno ¿y los sistemas operativos qué?
Personalmente, creo que el sistema operativo que uno usa refleja en cierta manera la actitud que uno tiene hacia la vida. No sólo es cual se usa, sino cómo se usa.

He de ser franco, el sistema que más uso es Mac OS X, que habita en el limite de lo libre y lo comercial y tiene un maravilloso -a mi parecer impecable- soporte para computadores portátiles. Me gusta, lo sé usar y lo disfruto, pero aún así GNU-Linux tiene un rol importante en mi actividad con computadores. Dos de mis tres máquinas de uso frecuente tienen instalado Fedora Core 6, que uso para experimentar y para usar aplicaciones que funcionan mejor ahí que en cualquier otro lugar y para otras cosas más prosaicas, como compartir torrents, chatear, oir música, ver el correo, etc.

Como lo dije arriba, yo exhorto al que me deja a usar software libre y el sistema operativo no es la excepción. Si alguien (que usa PCs basados en procesadores Intel o compatibles) está en esa duda, le digo que use Linux sin dudarlo.

Soy un convencido de las bondades de Ubuntu Linux, lo he instalado y restaurado computadores con este sistema para algunos amigos, regalo discos cada vez que puedo, lo publicito dentro de potenciales miembros de este nuevo conjunto de usuarios, aunque no soy usuario de esa distribución.

Puede sonar hipócrita, pero prefiero Fedora Core -FC, para abreviar-, por la colección de aplicaciones y núcleo (el kernel) de baja latencia del CCRMA de la U. de Stanford. Además, ya le cogí cariño. FC tiene algunos aspectos que requieren configuraciones un poco esotéricas y más paciencia de la que un no-geek (¿alguien tiene un equivalente castellano para esta palabra?). Le recomiendo FC a quienes veo con ganas de meterse en serio con multimedios y de tener un mayor espíritu más activo de hacker. A los que sólo se mamaron de los virus y de el despotismo de Gates, o bien quieren revivir su Pentium II con 128MB de RAM para usarlo como un aparato de trabajo viable en una oficina y no les interesa mucho pasar horas leyendo listas de correo, y a los que buscan entrar en resonancia con el movimiento de lo libre, pero sus conocimientos de informática son más bien limitados (mezclados con cualquiera de las otras opciones) bien venido sea Ubuntu.

Períodos de transición
Para cualquier lugar, disciplina u objeto los períodos de transición son los más interesantes, porque el objeto de análisis cambia de forma, tiene comportamientos atípicos, peculiares movimientos impredecibles, los paradigmas cambian de maneras inauditas, etcétera. Los sistemas operativos y el software en general no son excepción.

Bueno, ahora sí espero poder expresar elocuentemente la razón por la que menciono tanto y hago énfasis en Ubuntu y en mi relación con el software comercial.

Algunos de mis desocupados lectores recordarán la primera mitad de la década de los noventa, cuando había una diversidad de sistemas operativos e interfaces comparable a la explosión cámbrica, sólo que sin trilobites, sino con GUIs.

Por esa época era más o menos igual de viable GEM que Windows (inclusive en su efímera versión para PowerPC), NeXTSTEP, u OS/2, o A/UX, o Mac OS, o BeOS y todos tenían algún tipo de peso en el mercado y en la mente de los usuarios no necesariamente domésticos.

Esta fue una época de transición en la que existían montones de potencialidades, todas con perspectivas diferentes y más o menos igual de válidas. Poco después de esta gran explosión sobrevino una gran extinción; algunos de los sistemas o interfaces desaparecieron completamente (BeOS, A/UX, GEM) otros mutaron (NeXTstep) yéndose a veces hacia nichos muy específicos (OS/2), y dos (Windows y Mac OS) se consolidaron como los top of mind como dirían los publicistas y uno de ellos -ya sabemos cual- en la plataforma que ejerce dominación tiránica sobre sus usuarios, para decirlo eufemísticamente.

La lectura de este artículo en Wired me hace pensar en que es posible que nos encontremos en una época de transición en la que enorme variedad de distribuciones de GNU-Linux y otros sistemas operativos libres, como BSD, sistemas limítrofes (Mac OS X, Solaris, ciertas distribuciones de Linux) y puramente comerciales (Windows, PalmOS, PortalPlayer) convive sin haber una competencia demasiado clara, todos parecen viables y tienen clubes de usuarios cuya devoción habita en un amplio espectro entre lo práctico y lo religioso.

Lo que alcanzo a ver es que de manera análoga a la explosión de los noventa, donde todos tendían a ser GUIs, cosa que se volvió el estándar para los nuevos sistemas que contaban con cierta difusión, ahora todos tienden a jugarle al modelo de fuente abierta en mayor o menor medida.

Canonical, la casa que centraliza el desarrollo de Ubuntu está tomando una gran ventaja frente a muchas otras distribuciones por su facilidad de difusión y de instalación, pero más que nada -me parece- por el gran peso que tiene en los medios.

¿Cómo sabemos que Ubuntu -u otra distro que aparezca en el panorama sorpresivamente- en un futuro no muy lejano (unos 10 años) no se convierta en el estándar de facto frente al que todos deban arrodillarse quieran o no?

No estoy exhortando a una prevención frente a Canonical o Ubuntu o el software libre, sino que me gustaría advertir que en cualquier momento lo que en algún momento nos pareció liberador se puede convertir en esclavizante. ¿Recuerdan a los cerdos de Animal Farm de Orwell? ¿Se acuerdan de Napoleón o Bolívar? La tiranía puede ejercerse de manera efectiva desde lugares que antes parecerían ser benévolos y favorables.

La clave para permanecer fuera de la sumisión -no solo en los sistemas operativos- es un pensamiento crítico y la curiosidad autónoma que permita aprender y decidir.

miércoles, julio 04, 2007

Breve: Sobre el tinto


Después de una dosis de café cercana a los límites superiores de la moderación puedo ahora escribir con conocimiento fresco de causa. Un poco como Freud escribiendo sobre la cocaína o Albert Hoffman experimentando con el LSD, sólo que a diferencia de ellos, no voy a escribir sobre los efectos de la cafeína, sino sobre la reflexión a la que me llevan los efectos de casi un litro de tinto en mi jarra con gatos regios (ver foto).


El estado alterado de conciencia que da cualquier sustancia que tenga esa capacidad es una ayuda para salir de los atolladeros a los que lleva el flujo (siempre determinístico, poco predecible) de las circunstancias.

Desde ese punto de vista, cumplen función similar a la de un medicamento, que se usa cuando se pierde el equilibrio -o el desequilibrio, entreviendo el hecho de que nuestros sistemas son regidos por el caos. La cosa -me parece- es evitar perder la claridad sobre la función del alterador de conciencia, como el hipocondriaco que usa al médico o al vademécum como objetos de entretenimiento.

Todas las culturas han tenido alguna sustancia alteradora de la conciencia (o el metabolismo -¿hay diferencia grande?) como parte integral de si. Por menos bestias que seamos, a veces no somos tan brutos.

¿Cómo pretenden los mojigatos que el ser humano viva sin psicoactivos o estimulantes?