miércoles, julio 04, 2007

Breve: Sobre el tinto


Después de una dosis de café cercana a los límites superiores de la moderación puedo ahora escribir con conocimiento fresco de causa. Un poco como Freud escribiendo sobre la cocaína o Albert Hoffman experimentando con el LSD, sólo que a diferencia de ellos, no voy a escribir sobre los efectos de la cafeína, sino sobre la reflexión a la que me llevan los efectos de casi un litro de tinto en mi jarra con gatos regios (ver foto).


El estado alterado de conciencia que da cualquier sustancia que tenga esa capacidad es una ayuda para salir de los atolladeros a los que lleva el flujo (siempre determinístico, poco predecible) de las circunstancias.

Desde ese punto de vista, cumplen función similar a la de un medicamento, que se usa cuando se pierde el equilibrio -o el desequilibrio, entreviendo el hecho de que nuestros sistemas son regidos por el caos. La cosa -me parece- es evitar perder la claridad sobre la función del alterador de conciencia, como el hipocondriaco que usa al médico o al vademécum como objetos de entretenimiento.

Todas las culturas han tenido alguna sustancia alteradora de la conciencia (o el metabolismo -¿hay diferencia grande?) como parte integral de si. Por menos bestias que seamos, a veces no somos tan brutos.

¿Cómo pretenden los mojigatos que el ser humano viva sin psicoactivos o estimulantes?

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