lunes, agosto 06, 2007

6 de agosto de 1945

Hoy -6 de agosto- se celebra una efeméride de que la humanidad debería sentirse poco orgullosa.

Hoy hace 62 años ocurrió el primer ataque nuclear de la historia en Hiroshima, Japón, seguido por -obviamente- el segundo, pero más devastador sobre la ciudad portuaria de Nagasaki.

Los dos fueron pruebas de varias cosas:

  1. De que era posible hacer ese tipo de fisión controlada con uranio-237 (Hiroshima) y con plutonio artificial (Nagasaki). Participaron grandes mentes científicas del momento (Fermi, Feynman... mejor no sigo.) y el proyecto Manhattan se convirtió en un nodo de inteligencia y alta tecnología combinadas.
  2. De que la estupidez humana -en su faceta de brutalidad más cruda- es infinita. ¿A quién en su sano juicio (¿eso existe?) se le ocurre que es buena un arma tan poderosa que evapora a las personas, que es capaz de borrar toda evidencia física de una persona, dejando máximo su sombra impresa en una superficie? Robert Oppenheimer, director del proyecto que desarrolló la bomba- cuando vio lo que había hecho, dijo citando al Bhagavad Gita "Me he convertido en muerte, en destructor de mundos".
  3. De que el bravucón que pega duro es el que prevalece. Harry Truman y su pueblo estaban felices de haber triunfado ante those damn japs y se posicionaban como el duro con el garrote del átomo frente a those godless commies.

Estoy completamente de acuerdo con las dos primeras. Son objetivamente medibles. Las bombas explotaron y la humanidad es infinitamente estúpida.

La tercera es discutible. El bravucón no gana, acaba el juego. La bestialidad tiene fin y aunque trate de prevalecer, se resquebraja, sola, pero ahí entra en juego el segundo (irrefutable) punto, de que la estupidez humana es infinita, así que ese bravucón que cae va a ser después reemplazado por otro. La estupidez es constante, lo que sí oscila es la presión que ejercen sobre su medio los 'Hijos de puta', como llama a los bravucones, soberbios, fachos, etc. un cura muy chévere que aparece en un libro de Santiago Gamboa. El caso es que el ciclo sólo va a parar cuando salgamos por nuestra propia cuenta del mar de estupidez.

Como el punto uno nos recuerda, con las 'grandes mentes' en ese proyecto, la inteligencia no es garantía de no-estupidez. Para hacer más claro el significado del término, lo tomo por el lado no de la falta de inteligencia, sino por el lado del estupor, del estar alelado, lejos de la realidad y por extensión inconsciente de de si mismo, del otro y del entorno.

Este tipo de cosas han de recordarse, pero no para generar odio o dolor retroactivo, en la manera de un enemigo imaginario o histórico o en revivir el malestar y el dolor porque sí, sino en aprender y no repetir esos comportamientos. Es muy probable que uno no bote una bomba atómica, pero sí que sin darse cuenta termine apoyando a la fuerza sobre la razón.

De eso se trata.

2 comentarios:

vudú dijo...

tengo razones para creer que hiroshima y nagasaki son resultado de la especulación y el juego tenso de la vida occidental... efectos simulación... no digo que no fueran reales, digo que intervienen nuestra realidad tergiversandola a tal punto que parecieran alucinación.... finalmente los muertos vivientes existen y se levantan tras nosotros!

-estehongosialucina

daniel prieto dijo...

No sé si entiendo su comentario, pero estoy de acuerdo en que cualquier interpretación y sobreinterpretación crea un campo de distorsión de la realidad, pero no sé que es el efecto simulación que menciona.