domingo, junio 25, 2006

La decadencia

Hoy tuve la oportunidad de pasear por el barrio Santafé, en el centro de Bogotá.

Para los que no saben donde es -que yo sé que hay más de un autodenominado bogotano que no tiene ni malicia de dónde queda- queda entre la calle 26 y la 13 abajo de la avenida Caracas y hace parte de la localidad de 14, Los Mártires, que contiene la plazoleta que queda en el lugar donde exhibieron las cabezas de próceres ajusticiados -entre ellos 'La Pola' el Sabio Caldas y Camilo Torres, se encuentra ya ruinosa estación de la Sabana, el cementerio central -inaugurado por un hijo de Santander-, se construyó al término de la guerra de los Mil Días el gesto de desesperado agradecimiento a la paz que es la iglesia del Voto Nacional y fue el barrio al que gracias en gran parte a los inmigrantes judíos que llegaron en la primera mitad del s. XX, se importaron muchos modelos arquitectónicos europeos modernos como el del edificio de apartamentos, dando material, para que nosotros -gentiles y poco originales cachacos- tuviéramos de donde copiar...

Resumiendo: La zona tiene historia.

Mi paseo del día estuvo muy bien acompañado, es decir, iba con alguien que aprecia la ciudad, la arquitectura, lo urbano, sensible a las manera de vivir la ciudad, de manera que podíamos comentar con la misma pasión los avistamientos y observaciones de la caminata.

Vimos y señalamos portones desde los años 20 hasta casi los años cincuenta, con bellos trabajos en piedra y/o metal en diferentes estilos. Edificios de vidrio y piedra, diferentes sensibilidades a los materiales y la forma que las modas en su momento llevaron. El ambiente de los bulevares plagiados al París de Haussman se alcanza a percibir entre las pollerías y las putas. Esto muestra que no solo los edificios sino que el diseño urbano de la zona fue de tal calidad que prevaleció sobre la ruina. En algunas partes permanece el ambiente de barrio residencial, en el que hay una conexión entre los habitantes que hacen una unidad y uno se siente lo suficientemente bien recibido al lugar como para llamar 'vecina' a la señora de la tienda.

Al emigrar los habitantes a Teusaquillo, dejó de ser un barrio play y se convirtió en un barrio más cercano a la clase media y al migrar estos, llegaron otros con menos plata en el bolsillo y así a través de los años. Todo este proceso de adelgazamiento de las cuentas bancarias de los habitantes, llevó consigo un crecimiento de los negocios en los garajes y las puertas, que lleva a una pérdida del control de los habitantes de su entorno.

Como muchos de los barrios alguna vez residenciales de Bogotá, han decaido y se ha convertido en una 'zona mixta' en la que se mezclan vivienda y comercio, no siempre (está bien, nunca) con resultados afortunados. Este fenómeno de deterioro fue avalado institucionalmente por el POT (plan de ordenamiento territorial) de la ciudad dejó como 'zona mixta' a gran parte de lo que era residencial, dejando prácticamente las zonas residenciales restringidas a los barrios más acomodados, pero me desvío del tema...

Todo este deterioro me pone triste. Lo siento en el fondo. Me duele.

No solo este barrio de mi paseo de hoy, sino muchos otros lugares de la ciudad, como El Lago y varios aledaños, Los Alcázares... la lista es interminable.

La expansión descontrolada de la ciudad hacia la periferia no se logra por medio de la elevación de los precios de los servicios en barrios deprimidos, con el objetivo de llamar con los precios altos a los inversionistas, sino reconociendo nuestros lugares y aprovechándolos y reviviéndolos coninuamente.

El barrio Santafé es ahora zona de tolerancia para la prostitución y aparentemente, la indignidad urbana, pero no quiero echar la culpa de esto a la administración distrital. No sólo a ella, al menos.

La dignidad urbana para mí consiste en 'tener la casa ordenada'. En fortalecer el sentido de pertenencia de tal manera que el barrio no caiga en manos de nadie-cualquiera. Esto no debe interpretarse como una exhortación a actos de limpieza social tan brutales como los de la calle del cartucho, sino como un mejoramiento de las cualidades de vida de quienes viven en la ciudad. La calidad de vida no es ganar más plata, sino poder disfrutar lo que se tiene, sea poco o mucho. La ultradensificación urbana y la activación de la economía por medio de la saturación comercial no necesariamente ayudan a la calidad de vida.

El hecho de vivir bien está en la cabeza: hay que tener la casa bonita y ordenada, así no sea un barrio turístico. Por cierto... por más quieran meternos en la cabeza que sólo son las manzanas de la 'zona T' y el patético parque de la 93 son LAS zonas BONITAS, ergo turísticas de la ciudad, no es así. Toda la ciudad es susceptible de ser bonita. Organizar el barrio es una tarea urgente y esto no puede ser llevado a cabo por la administración distrital, sino por las personas que viven ahí.

Repito, organizar no es una campaña de limpieza social, ni mucho menos. Tampoco es quitarle el pan de la boca a los recicladores, mecánicos y -valga el eufemismo, pero me es muy útil para abarcar la amplia gama- trabajadores sexuales que habitan en la zona, sino enseñarles, normatizarlos y darles un entorno de trabajo apropiado.

Esto puede sonar ofensivo para muchas personas que creen en que debemos ser autónomos y eso de tomar modelos del primer mundo es una continuación del colonialismo, pero miren la zona roja de Hamburgo. Tiene las condiciones de vida necesarias para que se pueda trabajar y las normas de trabajo son estrictas. Cada cual es libre de elegir con que se gana la vida, pero el estado o la comunidad de trabajadores (para no esperar a que la máquina burocrática nos dote de sus favores) debería preocuparse por garantizar condiciones mínimas de salud y seguridad. Además, el hecho de trabajar y convivir en zona de tolerancia con los que no trabajan en las actividades 'toleradas' es algo que se debe convertir en modelo de TOLERANCIA no en campo de batalla de los intolerantes.

Históricamente hemos inconscientes de nuestro entorno y del que es un barrio o una parte de la ciudad. En una palabra, no sabemos que es el patrimonio colectivo.

El cambio es inevitable, pero los recursos son escasos y la Sabana de Bogotá debería sufrir menos a manos de los urbanizadores que no piensan en la ciudad.

Nos hemos movido como nómadas desechando grandes sectores y recogiendo desechos urbanísticos para convertirlos en ruinas. No hagamos eso más, por favor.

3 comentarios:

Irving dijo...

Que barrio más lindo, hace poco pasé con el carro de noche y me di cuenta de su decadencia, pero como sabemos, la decadencia viene cuando hubo grandeza. Es una pena, no que haya putas y eso, la cosa no va por allá, sino que vaya a terminar por ser demolido o acabado. Yo propondría hacer un distrito rojo, a lo amsterdam, con vitrinas y lo que sea, pero donde tambien se viva y se coma y se divierta, que el sexo sea sólo otro "atractivo", será que sueño mucho?

daniel prieto dijo...

La idea de Irving de una zona roja como Amsterdam o Hamburgo o cualquier ciudad de la europa protestante sería lo que hay que hacer porque quitar las putas de ahí es absurdo, ya están muy amañadas ahí...
La cosa es que nos falta civilización. Si no somos capaces de hacer una fila, nos escandalizan pendejadas, le creemos a los curas... que vamos a ser capaces aceptar un distrito rojo.

daniel prieto dijo...

Lo que me faltaba... amig@s políticamente correct@s. ;)