viernes, abril 14, 2006

Rogelio - Errancia

"No hay caminos... Hay que caminar."
– Escrito en un muro en Santiago de Compostela y citado compulsivamente por el compositor Luigi Nono.

Lo mejor que se puede hacer con los grandes artistas es bajarlos de su pedestal, donde se convierten el canon de lo que se debe percibir y hacer y ahí se momifican. Se mueren

Es mejor verlos como alguien como uno.

Como algunos ya supondrán, me refiero al arquitecto colombiano (nacido en París) Rogelio Salmona.

No es de confianzudo, ni de atrevido. Sólo lo he visto por ahí, nunca he cruzado palabra con él. Conozco la obra más no la persona. Lo he leído. Todo unilateral. Aunque esta vez voy a hablar de él sólo con su nombre, como si lo conociera.

Después de las primeras dos veces de ir a la retrospectiva de su obra en el MAMBo caigo de nuevo en cuenta de la relación que tiene su obra con una persona como yo: bogotano, voyeurista arquitectónico y paseante (errante) urbano.

Una de las profesiones (¿oficios?) que siempre me fascinó fue la de arquitecto. Los dibujos, la materia, el espacio, el movimiento... todas esas cosas que conocí por mi arquitecto padre siempre me fascinaron (1). Soy sensible a esos contenidos. En mis errancias de caminar con walkman busco esas cosas, fantaseo con ellas.

No lo considero un arquitecto perfecto ni ninguna de estos juicios de valor institucionales de ser el más importante o el más grande o cualquier cosa de esas. Conozco las virtudes y falencias de sus obras que conozco.

Más bien lo considero un gran errante, que sigue buscando y encontrando.

Ahí está la identificación. Me gusta errar.

(1) De hecho, me gusta definir la música -o lo que quiero hacer con ella- como una arquitectura sutil, en la que se generan espacios, recorridos y estados de ánimo, pero sin átomos.

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