martes, mayo 27, 2014

Los 'ene' nombres, incluye concurso

En esta entrada, con menos interés potencial que cualquier otra en este pretencioso blog, trataré de combinar una reflexión sobre un pedazo de código de BASIC, una corrección a un gran autor, y un comentario sobre el misticismo light (el primero y el segundo).

Por alguna razón (trabajo procrastinado, tal vez) me desperté pensando en código, combinaciones y recursión, y mientras rumiaba granola y matoneaba neolaureanistas en las redes sociales, recordé 'El péndulo de Foucault' de Umberto Eco, y me apresuré a buscar el fragmento de código que aparece en el libro, el que es usado para generar todas las combinaciones del nombre de dios.

Aparte de encontrar un hermoso marcador de páginas de la Bauhaus que creía perdido hace años, rápidamente encontré el capítulo en el que Jacopo Belbo programa a Abulafia (el computador-personaje del libro), según las instrucciones de Abulafia (el cabalista sefardí del s. XIII), para hacer las permutaciones con las que se habría de encontrar HaShem (el nombre) con el que se pueden activar Golems y encontrar puesto en TransMilenio. El código que encontré se veía muy cabalístico, gracias a la tipografía monoespaciada con pinta de impresora de punto, y a los abstrusos comandos PRINT, FOR, IF, THEN, NEXT, END y otras combinaciones de letras sin sentido alguno para los no iniciados.

Una lectura rápida del código me reveló un error (¿deliberado?), que no permitiría que funcionara, que era una instrucción fuera de línea. Después, un intento de ejecución del código en una máquina virtual nostálgica reveló otro pequeño problema que pude corregir fácilmente. El código funcional para que se puedan ejecutar las instrucciones de Abulafia en Abulafia es:

10 REM anagrams
20 INPUT L$(1),L$(2),L$(3),L$(4)
30 PRINT
40 FOR I1=1 TO 4
50 FOR I2=1 TO 4
60 IF I2=I1 THEN 130
70 FOR I3=1 TO 4
80 IF I3=I1 THEN 120
90 IF I3=I2 THEN 120
100 LET I4=10-(I1+I2+I3)
110 PRINT L$(I1);L$(I2);L$(I3);L$(I4)
120 NEXT I3
130 NEXT I2
140 NEXT I1
150 END

Después de correr el programa exitosamente y leer los 24 posibles nombres sin que nada pasara, decidí hacer el ejercicio mental de explicarme el código en español, como para aclararle el universo cuál era mi intención:

10 REM anagrams

En realidad nada, sólo le recuerda al usuario qué hace el programa.

20 INPUT L$(1),L$(2),L$(3),L$(4)

Solicita al usuario las letras a combinar (L), y las asigna un valor de 1 a 4.

30 PRINT

Hace en la pantalla una línea vacía, para recordarnos de la falta de propósito del universo.

40 FOR I1=1 TO 4

Hace un proceso de iteración en el que en cada vez se usa un valor diferente a la variable I1, del 1 al 4.

50 FOR I2=1 TO 4
60 IF I2=I1 THEN 130

Hace otro proceso de iteración igual para la variable I2, pero pone una condición: Si el valor de I1 es igual al de I2, debe ir a otra orden, la que está en la línea 130, que le dice que use el siguiente número, con el objeto de no repetir números.

70 FOR I3=1 TO 4
80 IF I3=I1 THEN 120
90 IF I3=I2 THEN 120

Hace un proceso de iteración para I3, con la misma condición de antes, pero incluyendo los valores de I1 e I2, enviando a la instrucción en la línea 120.

100 LET I4=10-(I1+I2+I3)

Asigna el valor de I4 (LET quiere decir "sea", es el más místico de todos los comandos), que debe ser uno que no esté en las variables I1, I2 e I3. Para saber esto, se resta  mediante la resta de los valores de I1, I2, I3 a la sumatoria de los valores de todas las variables, en este caso, 1+2+3+4 = 10, revelando el valor del que falta. ¿No es magia esto?

110 PRINT L$(I1);L$(I2);L$(I3);L$(I4)

Aquí vemos el resultado de todo, se imprimen los valores de cada variable, en cada iteración, revelando una combinación a la vez.

120 NEXT I3
130 NEXT I2
140 NEXT I1

Cada NEXT es una palanca que mueve cada variable a su siguiente valor.

150 END

Acaba el programa y muestra la futilidad del ejercicio y de la existencia, en general.

Toda esta explicación, incluida la recitación, fue inútil, pues no activé ningún Golem, ni me interesa subirme a un bus, pero fue un ejercicio pedagógico interesante.

¡Concurso fácil!

Si leyó el libro o el capítulo por pura curiosidad, pudo ver que J. Belbo gastó una cantidad no especificada de whisky y sándwiches generando el código para combinar seis caracteres. Como homenaje a este ñoñazo de la semiótica y a sus personajes ofrezco a mis pocos, poquísimos y desocupados, desocupadísimos lectores un premio de whisky (o tinto, o bebida análoga de su elección) y sándwich (o pasabocas sólido o coloidal análogo) y un ratico de charla intrascendente a la persona que primero ponga el código correcto para combinar 6 caracteres en BASIC en la sección de comentarios de esta publicación, usando lo que hay en esta publicación como plantilla o inspiración.
El premio puede entregarse en Bogotá, o donde nos encontremos, la próxma vez que nos veamos.
Nota: El código debe poder correr en el emulador de AppleSoft Basic, el del Apple //, cuyo link está en el texto.

Adenda musical

Hace un tiempo, junto con el Ensamble de Exploración Vocal de los Andes (EEVA) cantamos una obra llamada 'HaShem' (El Nombre) de un compositor colombiano muy chévere que se llama Johann Hassler. En la obra, las vocales y consonantes se combinaban de acuerdo a las reglas que dio Abraham Abulafia para sus ejercicios místicos. Cantar esta obra y hacer estos ejercicios es muy interesante, cuando menos, divertido. Aunque no tuve ninguna epifanía, disfruté de los efectos sicotrópicos de la saturación de CO2 en mi cerebro.

Si tienen la oportunidad, vayan a escuchar esta obra en vivo, o si pueden, sean intérpretes de esta. Johann no solo es buen tipo, sino muy buen compositor.

miércoles, abril 09, 2014

El Weather Report

En mayo de 1972, en el auditorio de la Biblioteca Luis Ángel Arango, camuflados detrás de la brillante interpretación de obras de J. S. Bach de Friederich Gulda, legó una rápida y momentánea invasión bárbara, de hombres sin traje de gala, con gorros de colores, peinados estilo afro, barbas largas y estrafalarios bigotes, trayendo instrumentos eléctricos, ritmos poderosos y exóticos instrumentos de percusión. Estos invasores del sacrosanto espacio de acústica impecable dedicado culto a la tradición musical culta, europea y europeizante, eran nada menos que Weather Report.

Hace unos años escuché que el legendario grupo de jazz Weather Report había venido a Colombia en los setenta, aunque nunca supe cuándo había sido. Me imaginé que habrían venido a fines de los setenta, con estátus de súper estrellas de giras interminables, cuando fueron más conocidos, trayendo a Jaco Pastorius y/o a Peter Erskine, pero no. Una semblanza de Bernardo Hoyos hecha por Luis Carlos Garay me reveló una conexión desconocida por mí hasta ese momento, la de Friederich Gulda - Weather Report. Yo sabía que Gulda había tenido que ver con el hecho de que se conocieran el tecladista y fundador del grupo Josef Zawinul y el bajista checo Miroslav Vitous, por un concurso en el que Zawinul fue jurado, pero no sabía que habían tocado juntos, y mucho menos que habían venido a Bogotá, y no me imaginaba que hubieran venido en uno de los momentos más interesantes del grupo, cuando, aún con su placenta haber sido paridos por un ensamble eléctrico de Miles Davis (o de haberlo parido), combinaban un jazz libre y transgresor con un popular (y casi hedonista) funk.

Incrédulo ante tal relato histórico, decidí comprobar en el catálogo en línea de la biblioteca si esto era cierto, y en efecto lo era. Aparecía en la lista un disco registrando una presentación de Friederich Gulda de 1972, llamada "El Weather Report", con los nombres (con curiosa ortografía) de la formación del grupo cuando grabaron el disco 'I Sing the Body Electric': Eric Gravatt (batería), Dom Um Romão (percusión), Miroslav Vitous (bajo), Josef Zawinul (piano eléctrico), y Wayne Shorter (saxofón). Pocos días después, fui a la biblioteca y con gran ansiedad saqué uno de los dos discos del registro de ese concierto, que empezaba con Gulda tocando piezas del 'Clave Bien Temperado', de J. S. Bach, y después seguía con Weather Report en pleno, con el pianista clásico sumado al ensamble.

20:22 se escucha la primera tanda de aplausos, prolongada, como nuestro público generoso, con sonoros '¡bravo!' de parte de parte del público entusiasta. Un intrigante berimbau, tañido por el barbudo Um Romão hace su debut en la sala, no sólo llevándonos más allá del sonido eléctrico, sino trayendo un poco de la selva al entorno, los sonidos electrónicos de un piano distorsionado por un modulador de anillo nos proyectan a una selva futurista, y se oye un aplauso durante la pieza. Me pregunto desde el otro lado de la cortina acusmática ¿Qué será? ¿La maravilla ante los sonidos exóticos sobre los ya bastante exóticos? ¿Será la vuelta a escena de F.  Gulda? Gravatt y Vitous llevan al público entre el sofisticado, pero no necesariamente complaciente, free jazz y el salvaje funk. Es difícil hablar de 'solos' con el Weather Report de este tiempo, por la filosofía 'Nadie hace solos, todos hacen solo' que guiaba al conjunto en esta época, pero el saxofón de Shorter se abre espacio hasta quedar solo, para hacer que el resto de músicos vuelvan con más fuerza unos segundos después. El ritmo vuelve y va cediendo en un lento 'decreciendo', en el que el piano se convierte en un instrumento de percusión como salido de la mesa de Dom, para después atacarnos súbitamente con el tema de 'Directions'. Vuelve temporalmente algo que un ortodoxo melómano podría considerar 'jazz', por el apoyo rítmico de Miroslav y Eric, pero con el diálogo libremente disonante de Joe, Wayne y Dom. El clímax satura los micrófonos de la sala, acostumbrados a música menos salvaje, hecha para músicos mas contenidos que este bárbaro ensamble. Un diminuyendo sospechoso, con el bajo con arco disfrazado de cuica antes de volver al tema desata otra ronda de aplausos. Explota una segunda ovación, esta vez más 'bravo' se oyen, la gente aplaude con más emoción.

Un piano acústico y uno eléctrico se cruzan, los dos austríacos, Gulda y Zawinul nos llevan a un terreno donde poco nos importan la armonía y los temas, antes que el movimiento, el diálogo y la espontaneidad, para después de un pianissimo con gran compromiso del público, reapareció el tema y la armonía más convencional, junto con un groove de funk que sirvió a los dos austríacos y a Shorter como base para su solo colectivo. Los zuecos de Dom resuenan por la sala, el piano acústico se toma el primer plano de nuevo, todos lo escuchan, se mueven alrededor de él, llegando a momentos en los que la armonía recuerda al s.XIX intercalados con sonidos futuristas.

Tercera pieza, Gulda se une al Funk, y Shorter con gestos cortos los lleva a todos. No podría creer que toda la sala a estas alturas no estuviera parada y bailando, si no haciendo los gestos de una danza hippie bajo el efecto del LSD, al menos moviendo las caderas rítmicamente. De eso pasamos a la poderosa y rápida improvisación libre, esta música es para mover el cuerpo, no para sentarse ceremonioso, como se suele hacer en los recitales de la Biblioteca Luis Ángel Arango.

Imagino a una parte de los melómanos habituales de la sala-templo de la época, incómodos ante algo que se parecía más al profano rock que la música clásica que se escuchaba en los frecuentes rituales de ese templo de cielo raso de madera. ¿Electricidad, altos volúmenes, improvisación? ¿No habían hecho un festival de mechudos de estos cerca a Medellín hace unos años? ¿Por qué llegan de la mano de un músico 'correcto' –aunque no sin controversias– como Gulda? ¿Por qué no oigo el mismo 'swing' del Modern Jazz Quartet o de Dave Brubeck en un espacio tan 'civilizado' como este?

La ovación final da cuenta de la gente yéndose de la sala y saliendo de este delicioso infierno de ritmo y mezclas non sanctas a la fría noche del centro de Bogotá.

Me pregunto quién se acordará de ese día.

El 'fade-out' de la grabación hace que el silencio se funda con el ruido del reproductor en mis audífonos. Subrepticiamente, consciente del carácter ilícito de mi acto, pongo el disco en mi computador y lo empiezo a copiar. Me tiemblan las manos de emoción mientras la barra de progreso se mueve lentamente.

Exhortación final: ¡VAYAN A LA BIBLIOTECA Y ESCUCHEN LA GRABACIÓN!

Aunque no es esta presentación, esta fue la encarnación de Weather Report que estuvo en la Luis Ángel esa noche, falta el invitado Gulda:




Actualización: Martha Enna Rodríguez me contó que había ido a ese concierto, y me contó algunas cosas muy interesantes, después publicaré más al respecto.

martes, agosto 20, 2013

Purga sonora asistida

Queridos y desocupados lectores, mi novia dice que yo soy un acumulador –no sin razón–, que lleno todos los espacios de mi vida de cosas, incluidas mis montañas de conocimientos inútiles y mis cajones llenos de cables. Pero no, yo no soy nada de eso, a mi me pasan las cosas, pero no me definen (ojalá), así que voy a empezar a limpiar la casa (no la física, esa está más bien limpia, y ya les cambié la arena a los gatos).

El primer afectado será el Soundcloud, donde practico mi exhibicionismo sonoro y simulo tener capital musical ante el mundo, que ya se quedó sin espacio para ulteriores exhibiciones. Quiero pedirles a ustedes, desocupados y queridos lectores que le den una escuchada a la música que hay ahí y que digan qué quisieran que se quede y qué quieren que se vaya, poniendo comentarios (positivos o negativos) en las músicas que se oyen ahí, para hacer una purga asistida por la audiencia.

Vayan a este lugar, escuchen y comenten.

Les agradezco de antemano.

El desocupado bloguero.

martes, mayo 14, 2013

Reflexivamente genérico



Esta es una reseña impromptu del disco de Daft Punk 'Random Access Memories', de 2013. Así no sea solicitada, guardo la esperanza de que alguno de mis queridos y desocupados lectores la lea, y si está muy desocupado, la comente.

Debo primero ser transparente frente a mi postura: Me fascina Daft Punk desde fines de los 90, y he seguido su carrera con emoción. El tan anticipado lanzamiento de su último disco no deja de llamarme la atención, y después de una escucha completa, descubro que el interés en este disco es completamente diferente al de los anteriores. Si en Discovery se hace un viaje a la memoria remezclada a través del Neo-retro disco y el neo-retro anime, y en Human After All se comenta la nueva condición maquino-humana, en ambos álbumes la exploración se hace a través de la originalidad estilística, el nuevo Random Access Memories toma otro camino.

La música es un simulacro descarado, es radicalmente genérica, parece generada después de un análisis estadístico de diferentes 'clusters' estilísticos provenientes de la década perdida de 19A0 (como diría Rob Beschizza), acercándose al disco, a diferentes ramas del rock progresivo o el pop, en el sentido más amplio de la palabra, y resintetizada a través de una variada, pero coherente, paleta de paisajes sonoros, que incluye los hitos sonoros que uno esperaría en Daft Punk, como las guitarras sintetizadas, el vocoder, etc. En Random Access Memories se oye una exégesis de los cánones estilísticos de la historia de la música pop de hace unas décadas, es un riguroso ejercicio de estilo que incluso usa a las personas de carne y hueso que hicieron la música en su momento, como de si ejercicios de contrapunto renacentista se tratara, sólo que con el mismísimo Palestrina cantando un 'cantus firmus'.

Ejemplos de estos ejercicios de estilo son el corte 'Giorgio by Moroder', que parecería una reflexión sobre las posibilidades de la producción musical actual, con Moroder como inspirador. En esta pieza hasta el último sonido que se oye, el de un oscilador filtrado por un filtro resonante, se vuelve un acto reflexivo que llama la atención sobre sí mismo. 'Touch', de sorprendentes 8:18 de duración, podría ser una revisión del lenguaje del rock progresivo. Su ultrapromocionado sencillo de lanzamiento 'Get Lucky' no se escapa de ser un ejercicio más, muy bien hecho, pero un ejercicio. Excepción a la norma podría ser el corte final, 'Contact', donde parece hacerse una síntesis de lo aprendido en el álbum, lo que daría más peso a la hipótesis del álbum conceptual de reflexión.

En conclusión, la música del álbum no me pareció interesante por sí misma, sino que el álbum toma interés por la reflexión que parecería haber debajo; éste álbum no es musicalmente muy novedoso o llamativo, ni me da tantas ganas de bailar, pero si se escucha con atención puede ser un valioso material didáctico o de reflexión no sólo sobre la música misma, sino sobre varios temas relacionados con esta. Sería maravilloso que el dúo robot-humano extendiera las iluminadoras entrevistas de 'Collaborators' a un desglose más profundo del álbum para su total disfrute.

jueves, noviembre 22, 2012

El bajo fetiche de la mercancía bajo (incluye playlist)

Esta es una pequeña historia sobre cómo un instrumento musical en una vitrina me hizo pensar sobre los deseos, lo irracional, el consumo y lo sexi de las cosas. Invito a los desocupados lectores y lectoras a acompañar la lectura con la música del playlist que hay abajo.

A Charles, Jaco, Federico, Glen, Eberhard, Bootsy, Dave, Richard, Roger, Salvador, Bobby, Stanley, Dion, Miroslav, Charlie, Pedro, Marc, Mark, Steve, el otro Steve, John, Eddie, y a todos los bajistas que he admirado, y que por puro descuido omito.

Bajos deseos by Daniel Prieto on Grooveshark

El bajo, como instrumento real y tangible o como función comunicativa, línea melódica o de apoyo en el registro grave tiene un poder casi mágico; en los mejores casos provoca una experiencia aural cargada de erotismo, independiente de que sea producido por el instrumento de ese nombre –acústico o eléctrico, con trastes o sin ellos– o un sintetizador bien programado. El bajo, con sus frecuencias que se escuchan no sólo con los oídos, sino con el resto del cuerpo, es una puerta deliciosa que da la música hacia la irracionalidad.

En nuestra sociedad la irracionalidad es particularmente poderosa, pues el currículo visible de nuestra cultura la deja en un segundo plano, desatendida, de manera que sea presa fácil para todo tipo de ataques y explotaciones. Algunos de ellos son deliciosos, como el poder del bajo del Funk o la música Disco, pero otros son un poco más perversos, como la manipulación de los deseos y del impulso irracional que da fundamento a la sociedad de consumo.

El otro fui víctima de todas las bajas explotaciones al tiempo, notas graves de esas que viven por los lares de la clave de fa y el deseo de compra me poseyeron, como si de trance vudú se tratara. Esa tarde iba temprano para una cita, y decidí gastar la media hora que tenía de sobra mirando vitrinas en el 'Exito Tecno' de la calle 134, cuando de repente me di cuenta que había una sección de instrumentos musicales, a la que gravité sin pensar, cual coco desde su cuna de palmera.

Entre una multiplicidad de instrumentos redundantes y no tan atractivos para mi, sobresalieron dos bajos Squier Jazz Bass, con trastes y sin trastes. Sin dependiente a la vista, tomé el bajo sin trastes, lo afiné y toqué un poquito, unos arpegios y armónicos sobre el VII traste (virtual), además de unas notas con portamento sabroso. La vista se me nubló, y me paré, dejé el bajo en su sitio, y se reveló la etiqueta del precio, algo así como $850.000, en muchas cuotas mensuales de poca plata. La visión nublada se complementó con lo que creo que eran pupilas dilatadas. Busqué al dependiente para preguntarle si el precio por el Jazz sin trastes era el mismo con cualquier tarjeta de crédito, y él me dijo «¿Cuál bajo sin trastes?», a lo que respondí señalándole el instrumento en cuestión, y el me dijo que no se había dado cuenta de eso. Me preguntó que si quería escucharlo, y le dije que no era necesario, pero sacó un pequeño (pero potente) amplificador Fender, lo conectó y me lo ofreció, junto con un banco para sentarme, lo que no pude resistir. Al tener el instrumento entre manos, el dependiente me preguntó que por qué sin trastes, a lo que le respondí con una frase con buena dosis de ligados, con todo el cuidado que yo –un no-bajista que poquísimas veces ha tocado un instrumento sin trastes–, a lo que añadí «Es un sonido parecido al del bajista de Weather Report: Jaco Pastorius», lo que acompañé con cambio de volumen para favorecer al micrófono del puente, bajada el control de tono y una parte de 'Goodbye pork pie hat', con armónicos 'wanna-be-Jaco' incluidos para terminar. «Aaah, ya veo a qué se refiere», dijo el vendedor. Sentía el sudor en mi frente.

Vi el reloj de reojo, y me levanté, saqué la billetera mecánicamente y vi que no llevaba tarjeta de crédito. Agradecí al dependiente, le dije que no traía la tarjeta y que me fascinaría llevármelo a vivir conmigo. Al bajo, aclaro. Caminé en un estado de estupor en el que mis dedos aún buscaban la extraña para mi distancia entre las cuerdas y ancho del mástil. Mi mano derecha se acomodaba para unas cuerdas que ya no estaban ahí, y en mis audífonos la función aleatoria del iPod se confabuló para ponerme a Eberhard Weber y a Weather Report. Estaba hecho una bola babosa de deseos, se me hacían agua la boca y las palmas de las manos. Fantaseaba con practicar intervalos y articulaciones, con grabar loops con el bajo y tocar con la guitarra, pensaba en cómo se verían los gatos con el instrumento, fantaseaba con los dedos de la mano derecha, me imaginaba sintiendo en el cuerpo las frecuencias bajas que yo mismo tocaba en las cuerdas, me imaginaba los extractos de mi tarjeta y las maromas que tendría que hacer para pagar una cuota adicional…

De ese estupor llegaban baldados de consciencia, en los que me sentía frío y sonrojado a la vez. Me sentía un consumista rendido ante la publicidad, fantaseando con bienes suntuosos. Pensaba en la vergüenza que me daría tener ese instrumento con mi amigo el gran bajista Dion Taboada (así este Squier no se compare con los bajos que él tiene), siendo un caprichoso a duras penas empleado, que simula tocar la guitarra de forma más o menos decente, que no ha sido capaz de vender esa habilidad para que otros la oigan –salvo a las amigas de mi mamá, que ponen mi Soundcloud en sus marcadores de internet– y que ahora quiere comprar un instrumento, sólo porque una frecuencia baja (seguramente desafinada) puesta en marcha por sus dedos le removió las tripas y lo hizo sentir más sexi, más deseable, más seguro, más expresivo, más alguna cosa.

De alguna manera creo que no sucumbí, creo que no sólo no comprar el objeto me hace ganador, pues sin haber desangrado aún más mis poco nutridas arcas caí presa del deseo irracional de consumo, y aún así –sin instrumento suntuoso ni la tranquilidad de no tenerlo– creo que gané algo, una oportunidad de reflexión. Llevo varios días pensando en el incidente Squier Vintage Modified Fretless Jazz Bass, y necesito exorcizarlo. Esta es una oportunidad dorada para hacer un autoanálisis de mis deseos –y creo que de paso una vista de cómo opera el deseo para hacer funcionar el consumo y el capital de los que lo amasan–, mi yo consumista (así compre o no compre lo que me produce el deseo), de mi fetichismo de la mercancía en forma de instrumento abrumadamente sexi.

Post scriptum:

Durante diciembre, mi cuñado urdió un elaborado plan, en el que persuadió a su hermana, su padre (y parcialmente a su madre) de hacer vaca para regalarme el instrumento. No me lo esperaba, cuando me lo dieron yo pensé que estaba dormido y que tenía que despertarme temprano, estoy muy agradecido con ellos. Después de eso he estudiado con constancia y confirmado que las frecuencias bajas y el MWAH son increíblemente sensuales. Espero pronto tener un excedente para pagar un par de lecciones con alguien que conozca mejor el instrumento.

viernes, agosto 10, 2012

Su lucha o el Reich autoinfligido

Uno de ellos tenía un collar de tatuajes, con un texto en runas en la parte de adelante, dos signos sánscritos de 'om', y cuatro esvásticas en la nuca. No estaba rapado, pero llevaba un corte similar al militar, pero con un poco de pelo a los lados, tallado con un patrón de telaraña. Sus pantalones cortos de patrón camuflado gris –como para ocultarse en las batallas por su curiosamente ario Reich sabanero– y sus botas de trabajo pesado, con pretensión militar, se complementaban con una abultada y brillante chaqueta negra. Lo acompañaba un señor vestido con saco y camisa, con un collar de coral que llevaba un dije con una cruz inscrita en un círculo. Estaban parados lado a lado en el centro del vagón de la estación, con actitud altanera, como desafiando a todos.

Después de mirarlos tranquilamente, en lugar de sentir rabia y descargársela en miradas desafiantes durante los pocos segundos en los que compartiríamos la estación, arriesgándome a convertirme en betún para sus botas, sentí una combinación de desesperación y lástima, con la pregunta cliché de fondo resonando en mi tripa curiosa: ¿Cómo carajos aparece alguien así en este momento de la historia y en este lugar del mundo?

martes, agosto 30, 2011

Concurso: Título para artículo de sociología o similar

Desocupados lectores:

Como yo no he estado tan desocupado, o por lo menos no he dedicado mi energía desocupística a estos campos de procrastinación autopublicitante, no he publicado con la frecuencia que debería, pero, igual, no dejo que esta baje a cero, y –como en los programas matutinos de radio y televisión– sigo fomentando la intersección de sus campos de procrastinación con este que disfrutan (espero) ahora mismo, por medio de la participación de ustedes, desocupados lectores.

El otro día vi un artículo en la revista Semana sobre un tema que ya había visto en muchas partes, sobre todo páginas que hablan de sexo, medicina y genitales, es decir casi toda la red, sobre la cirugía estética vaginal (o vulvar, en este caso). Tanta vaina entre labios, o sobre labios da para títulos interesantísimos de papers académicos, sobre todo en las ciencias sociales, así que quisiera invitar a uds., desocupados lectores, a participar de este concurso:

Invéntese el nombre del paper sobre la cirugía estética vulvar

Escriba ud. un título para un artículo académico sobre el tema mencionado, con el buen humor metalingüístico que el tema propone.
  • El supuesto paper puede pertenecer a la medicina, la psicología u otras ciencias sociales. (debe incluirse la disciplina en la entrada)
  • Puede tener subtítulo separado con dos puntos.
  • Se exhorta a usar palabras o autores que suenen a posmoderno, como 'biopolítica', 'hiperrealidad', 'deconstrucción', 'espectralidad', etc., o Butler, Derrida, Martín-Barbero, Gómez-Bolaños, etc.
  • Las entradas han de publicarse como comentarios a esta entrada de este humilde y pretencioso blog.
Ejemplo poco chistoso:
La biopolítica mediática en la pornografía actual: del consumo secreto al mainstream.
(Sociología)

El premio se parecerá a los premios que se han dado en este blog, y puede tener forma virtual o real, estilo puntos bloguísticos, comas, tíldes, rayas o un tinto en mi oficina. No hay premios en forma quirúrgica. En caso de usar el título en un artículo real (¿¡!?) ha de darse crédito al autor de este y al blog en el que se publicó. El jurado podrá conformarse por aquellos que se le midan a leer, en caso de que escriban.


Anuncio: Ganadora del concurso

La querida Otakar no sólo ha sido la única, sino la mejor concursante, sugiriendo un nombre de artículo que presumo que pronto algún académico aburrido copiará. El premio será definido y entregado pronto.